La
interlocutora de los capitanes de empresa…
José Ángel Solorio Martínez
Paloma Guillén Vicente,
fue en el sexenio de Tomás Yarrington, una de las piezas más importantes de la
administración estatal. Operó como Procuradora de Justicia y como Secretaria
General de gobierno. Sin duda, fue la mujer con mayor poder después del
gobernador. Hizo una fortuna con sus respectivos cargos. Se dio el lujo de
ejercer un alegre nepotismo: puso un restaurante a sus hijos en Ciudad Victoria
y ahí enviaba a sus subordinados –que eran centenares- a tomar sus sagrados alimentos.
(Al tiempo, se nota que el de ella,
es un grupo político nuclear: sólo su familia ha sido beneficiada a su paso por
la administración pública. Hace unos meses, ubicó a uno de sus vástagos como
sub delegado de una dependencia federal).
Ella y la familia Arzola –se dice que son sus primos-, es la estructura que en más de 30 años de ejercer la administración pública ha logrado articular en Tampico.
Hoy, está resintiendo esa praxis.
Ella y la familia Arzola –se dice que son sus primos-, es la estructura que en más de 30 años de ejercer la administración pública ha logrado articular en Tampico.
Hoy, está resintiendo esa praxis.
En sus inicios en la política, el
poderoso grupo Tampico la veía como una chica brillante que podría convertirse
en interlocutora suya con el Ejecutivo estatal. De hecho, intentó jugar ese rol
con Emilio Martínez Manautou. El abogado Francisco Villarreal –brillante jurisconsulto-
ganó por derecho de sangre: llevaba y traía mensajes de los hombres de empresa
jaibos al gobernador.
Paloma, todavía tenía que aprender
mucho.
Paco Villarreal, reputado
profesionista llegaría a ser Presidente del Supremo Tribunal de Justicia de
Tamaulipas.
Ante la imposibilidad de desplazar a
Villarreal de esa importante misión años después se vinculó a uno de los
políticos más perniciosos y malévolos de la entidad: Tomás Yarrington
Rubalcaba.
Fue su segundo aire.
Guillén Vicente festinó –desde sus
diferentes cargos burocráticos-, todos los actos de gobierno de Tomás.
Abandonó a sus viejos amigos y se
dedicó en cuerpo y alma a legitimar toda la política gubernamental del
matamorense. Luego la utilizaría Eugenio Hernández. Tuvo incluso, la osadía de
victimar políticamente a uno de sus colegas más apreciados: Jesús Lavín Santos
del Prado. A este colega suyo, -amigo desde sus años de legisladora en el
gobierno de Martínez Manautou, en el cual Chucho fue ubicado como sub
Secretario General de Gobierno- lo defenestró de la Universidad Autónoma de
Tamaulipas para llevar a la rectoría al jefe de porros en Reynosa, José María
Leal Gutiérrez.
Los motivos del cese de Lavín Santos
del Prado –casi 6 mil millones de pesos del fondo de jubilados de la UAT,
todavía no aparecen- es fecha que no se saben oficialmente.
Las facturas de esas andanzas –su
desdén por ampliar su red de aliados políticos, y su proclividad a promover
sólo a sus familiares-, están lastrando la campaña de Paloma en el VIII
Distrito.
Nadie quiere sumarse a su campaña.
(A lo mejor no están operando en
contra. Lo que se percibe, es que no están trabajando a favor).
El negro panorama para la priista es
que el tejido empresarial de élite, desde hace años ha optado por la disputa
del poder desde el Partido Acción Nacional. La candidata, albiazul –María Elena
Figueroa Smith- está más cercana a los intereses sociales, políticos y
económicos de los capitanes de empresa porteños, que la aspirante tricolor.
Los años, se le vinieron encima a
Paloma.
Los actores porteños, parecen
haberla olvidado.
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