Los Restauradores
José Angel Solorio Martínez
16 Febrero 2015
Todos los imperios, cacicazgos, monarquías o dictaduras, han soñado con
su restauración luego de su derrumbe. Es uno de los instintos de supervivencia
más consistente que se conozca. Y cómo no: el disfrute del poder en grado cuasi
patológico, debe de ser un impulso superior al racionalismo que debieran tener
los hombres que ejercen y disputan la autoridad.
Muchas veces, no es el monarca, o el dictador quien insiste en regresar
a sus tiempos de gloria. La mayoría de esas ilusiones, son delineados por la
corte que vivió parasitariamente de las boronas de poder que cayeron de la mesa
del tirano.
En Tamaulipas, tenemos un caso emblemático de ese fenómeno psico-sociológico-político:
José Manuel Argüello Rey. Este miembro de una relevante estirpe sureña, bajo la
sombra del poder gubernamental ha levantado uno de los capitales más sólidos de
la región.
Con el soporte del gobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba, los Argüello
compraron a precio de regalo miles de hectáreas en Altamira contiguas al Puerto
Industrial. (Se presume que Tomás es socio de esos aviesos empresarios. De lo
contrario, no hubieran tenido tantas facilidades para adquirir esos preciados predios).
En el tragicómico proyecto de restaurar el imperio de Tomás Yarrington,
José Manuel, se colocó como coordinar de la campaña a la diputación federal por
el distrito VIII de Tampico para “de ahí llegar a la gubernatura”. Se colige
que el terrateniente urbano, considera a Paloma Guillén Vicente como parte del
engranaje –pasado o presente- del ex gobernador.
Se presume que la idea central es que los yarringtonianos regresen a la
gubernatura con la hoy candidata a diputada.
El retorno de Yarrington es un quimera.
José Manuel, están convirtiendo en fantasía la vuelta de Paloma.
Parece estar acuñando, un título de ensayo posmarxista:
El fin de la utopía…
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