El Fogón
José Angel Solorio Martinez
Octubre 19/2014
Eugenio Hernández Flores, el ex gobernador
de Tamaulipas, insiste en su intento de mostrarse como un factor de poder
vigente. El intento, no es de ninguna manera desleal, oportunista ni mucho
menos ilegítimo. Él, es un referente obligado cuando se aborda el sistema
político regional. Todos los gobernadores, han incurrido en ese actitud –ellos
seguramente lo defenderán como derecho suyo, de ellos-.
No ha escondido su mano, cuando ha tirado la piedra.
Ubicó, -en una muestra evidente, de que respira y por
lo mismo aspira- a su hermana Susana en el liderazgo del sector femenil del CDE
del PRI tamaulipeco. Es ella, una dama de sociedad que toda su vida ha estado
alejada de la política –que no de los políticos- y de las estructuras del
partido. Tiene ella, una fortuna incalculable producto de los negocios que en
la gestión gubernamental de su hermano se le facilitaron.
El esposo de la lideresa de las mujeres priistas,
Aureliano Salinas, durante seis años multiplicó sus millonarias cuentas
mediante empresas que operaron como prestadoras de servicios del gobierno de su
cuñado Eugenio y de alcaldías que lo recibían con un fingido júbilo por ser
nada más y nada menos que el esposo de la hermana del gobernador.
De otra forma: Susana, no necesita la política para
vivir; ya vivió, de la política.
Más claro: el recurso, el dinero, no es la motivación
fundamental de la distinguida dama.
Sólo existe una explicación: la búsqueda de fuero. El
febril, deseo de seguir ejerciendo la autoridad y sus amables consecuencias.
En ese tenor, está la inserción de Aureliano Salinas a
la administración pública federal. Con las más aviesas estrategias desplazó de
la Delegación de la PROFEPA a Miguel de la Rosa Medrano. Ahora, el afortunado
cuñado es delegado federal. E igual que su dilecta esposa: llegó ahí, no para
hacer dinero –ya lo hizo en el sexenio de Eugenio- sino para ampliar las
expectativas de su amoroso hermano político y lanzar una señal de que el ex
gobernador aún se mueve.
La maligna estratagema, no termina con esos
movimientos preliminares. Está concatenada, a otras maniobras de igual
contextura. Susana, Aureliano y otros, patrocinaron el abortado albazo para
hacer candidata a la diputación federal a la viuda de Rodolfo Torre.
El propósito real de ese destape, fue atajar y demoler
las intenciones de los otros precandidatos con mayores fortalezas y generar un
escenario de confrontación y de división en la clase política victorense.
¿El objetivo?..
Crear las condiciones socio-políticas para la
emergencia de un tercero en discordia.
Más bien: tercera en discordia, Susana Hernández
Flores.
Hernández Flores, le está rascando la piel más
sensible al diablo. Tiene abiertas indagaciones por lavado de dinero en el
extranjero, junto a sus socios y familiares. Aún no se enfrían, las
averiguaciones contra Fernando Cano y contra su cuñado Mario Gómez. Miles de
millones de dólares despertaron la avaricia del Departamento del Tesoro de los
Estados Unidos, y va por ellos toda vez que los dueños de ese dinero no pueden
comprobarlo.
Geño, como si nada hubiera hecho, quiere de nuevo
reflectores.
A lo mejor, el gobierno gringo se conforma con el
dinero. El problema, está en el gobierno mexicano. Como se sabe, a la
Federación le es indiferente los dineros de los gobernantes. Lo que un
Presidente en trepidante proceso de centralización no perdona, es la diputa de
la tutela de sus atribuciones meta-constitucionales.
Y Geño es lo que pretende: decidir quién llega y quién
no llega, al 2016 en Tamaulipas.
(La perversa engañifa de los geñistas, no sólo está con
la vista puesta en el 2015.
De ninguna manera. Ellos, tienen más bien el ojo en el 2016. Con la
táctica de la tercera en discordia, eliminan al menos a dos de los más serios
pre-aspirantes a la gubernatura).
Eugenio, todavía desconoce el síndrome de Ícaro.
Le pasó a Tomás Yarrington: se acercó tanto, y con
tanta insistencia, a los reflectores…
…que terminaron dañando sus alas y desplomándolo.
…que terminaron dañando sus alas y desplomándolo.
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