Polvorín
José Ángel Solorio Martínez
La vida ha enseñado en la frontera
tamaulipeca, que toda fortuna súbita –y más cuando su ensanchamiento se genera
en forma geométrica- es sospechosa. Las riquezas bien habidas, suelen ser ejemplares
y admirables. Decenas de familias por décadas, han mostrado sus capitales sin
disimulo y sin el menor recato.
Y cómo no: las han levantado en 30, 40
o 50 años de permanente trabajo y esfuerzo familiares.
Centenas de agricultores, comerciantes, profesionistas y constructores del norte del estado, caminan sin afrenta alguna por las calles de sus pueblos sin asunto que lo contraríe.
El joven empresario –y ahora político-, Luis Biasi en menos de diez años construyó una de las más envidiables fortunas de Matamoros, Tamaulipas. Gracias a ello, incursionó en la política y en la administración pública. Con carretadas de dólares, compró adhesiones y consensos en buena parte de grupos sociales vulnerables quienes se han acostumbrado al afecto paternalista y a seguir liderazgos mesiánicos –y por lo mismo un tanto, efímeros- que iluminen sus penumbrosos caminos.
Esos afortunados de la noche a la mañana, por lo regular generan a su paso –la competencia desleal, siempre prohíja escozor- desazón. Alguno de sus competidores, pidió auxilio a la Federación.
Debió, ser un adversario muy pesado.
La resulta: la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delitos Federales, la Subprocuraduría
Especializada en Delincuencia
Organizada, le abrieron una indagación por los presuntos delitos de usurpación
de funciones y de uso de dinero de procedencia ilícita.
El oficio –una orden, para que la Policía Federal indague a Biasi- lo signa la fiscal federal, licenciada Érica Canuto Fonseca.
¿Cuándo dará la dentellada, la justicia Federal?..
Los tiempos procesales, en este país son complejos. Con frecuencia, -para bien o para mal- van acorde a lo tiempos políticos.
El Hércules texano, ya está en la ruta Yarrington.
Y no precisamente, en la que lleva al gobierno de Tamaulipas…
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