Luis Pazos Opina
La gran innovación y avance de este
sexenio es el cambio constitucional enviado por el ejecutivo y aprobado por el
PRI, el PAN y la mayoría de legislaciones estatales, que abre el sector energético
a la competencia y a la inversión privada. Termina con un obsoleto monopolio
estatal, que solo generó corrupción, necesidad de importación de gas,
gasolinas, petroquímicos y con un monopolio de la luz eléctrica, que la vende a
un precio hasta 25% mayor al que la compran los norteamericanos a empresas
eléctricas privadas.
Ante una reforma laboral mediocre y
un aumento de impuestos que desincentiva la inversión privada, la única carta
que le queda al gobierno para impulsar el crecimiento antes de que termine este
sexenio, son leyes secundarias en materia energética atractivas para
inversionistas internacionales.
Si los legisladores del PRI, PAN y
PRD pasan por alto la situación crítica de PEMEX, que cada día produce menos a
mayores precios y aumentan sus pasivos laborales, y por otro lado una mayor
competencia y apetencia por inversionistas en 191 países con petróleo, muchos
de los cuales sin capital ni tecnología para sacarlo, crea la ineludible
necesidad de hacer competitivas las leyes secundarias energéticas; sin ello, no
habrá factor interno que incentive el crecimiento económico en los próximos
años.
Inversionistas mexicanos se van a
EUA a invertir en gas para después exportarlo a México, donde es escaso y cada
día se importa más. Si queremos que inviertan en México hay que ofrecerles
mejores condiciones que en EUA.
En Brasil, reforma de Lula que
obligó a inversionistas a asociarse con Petrobras, redujo presencia de
inversionistas privados en últimas licitaciones. Si cometemos el mismo error,
no vendrán inversionistas privados a México al sector energético.
Hasta ahora los proyectos de leyes
secundarias son considerados por especialistas como confusos, con un gran
margen de discrecionalidad para las autoridades, llenos de controles y que de
salir, como están planeados, serán poco atractivos para los inversionistas.
Entonces la esperanza de que la reforma energética impulse un mayor crecimiento
se desvanecerá.
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Comentarios del Profesor de Economía Política Luis Pazos
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