El Fogón
José Ángel Solorio Martínez
El desmantelamiento de la estructura de los grupos políticos
institucionales en Matamoros, Tamaulipas se está convirtiendo en el mayor dolor
de cabeza del PRI tamaulipeco. La huida de Tomás Yarrington y los más
conspicuos tomasistas; el desdén de Manuel Cavazos Lerma por su patria chica y
el consecuente abandono de los cavacistas; el distanciamiento de Baltazar
Hinojosa y sus seguidores de la ciudad que gobernaron y la indiferencia eterna
de Marco Antonio Bernal Gutiérrez, generaron un hoyo de grandísimas dimensiones
que el priismo que se quedó a defender la plaza, no puede y no se esfuerza por
llenar.
Ese
escenario dramático para el priismo, ponen en dirección –más por la inercia de
toda esa argamasa de circunstancias que por la vocación de poder- de una ruta
hegemónica en el corto plazo a la panista Leticia Salazar y a su principal
socio de aventuras electorales: Luis Biasi.
Con el
control de la red de poder municipal, y la urdimbre que ello se genera, el
dueto azul tiene un futuro inmediato con cancha libre para jugar a la ofensiva.
Un priismo desangrado, -que conlleva a ubicar a candidatos a la diputación
federal de poco empuje- y un panismo que ya ha convertido su voto duro en un
caparazón muy endurecido por las victorias recientes y las intensas y tempranas
campañas negras contra Salazar y Biasi, presuponen una tarea colosal para el
nuevo dirigente priísta que llega en un efímero momento de gloria.
La
tozuda idea de imponer la candidatura de Adrián Gallardo Landeros, complica
grandemente el paisaje matamorense para el PRI. Si algo tiene el ex dirigente
del CEN del FJR, es desarraigo; si algo lo hace vulnerable es su lejanía de las
tareas en tierra: es un cuadro que se ha movido en áreas de reflexión del PRI,
y si alguna debilidad acarrea esa especialidad es la incapacidad para
insertarse en los violentos escenarios de una campaña electoral de alta
competencia. Desarraigado, es en este caso, el concepto que lo define.
(Es más
bien Gallardo Landeros, un hombre de ideas y no de contienda. Es parte de esos
tamaulipecos que han escalado la pirámide del poder con su perfil de
intelectuales orgánicos: Felipe Solís Acero, Marco Antonio Bernal Gutiérrez,
José Ángel Gurría y otros).
La
fortaleza de Lety, es su debilidad. La debilidad de Biasi, es su fortaleza. La
alcaldesa ya dio muestras de que los ataques la potencian. (Las primeras pifias
frente a la alcaldía, desataron una respuesta de sus adversarios
desproporcionada lo que, la catapultó como un cuadro azul con macizo potencial.
Biasi con su intempestiva y arrolladora incursión en la arena política
matamorense, achicó aún más al diezmado cuadrante tricolor, lo que derivó en un
intenso fuego mediático en su contra.
(Tanto
capital posee el Secretario de Desarrollo Social matamorense que la
administración estatal le ofreció las perlas de la virgen para que se sumara al
PRI. Estrategia que medio funcionó con Diego Guajardo, pero que fracasó en
Nuevo Laredo con Carlos Enrique Cantú Rosas y que se dice fue inoperativa con
el funcionario matamorense).
En
mucho, resolver esos desafíos, delineará el futuro político de ambos activos
panistas en el puerto.
Construir
la hegemonía azul en Matamoros, no es un bocadillo. Son décadas de trabajo de
una clase política con talento, capacidad e inteligencia: Emilio Martínez
Manautou –era de San Carlos, pero su origen político es Matamoros-, Cavazos
Lerma, Yarrington, Bernal Gutiérrez, Baltazar Hinojosa y otros. (Sus métodos de
gobierno son discutibles, en efecto. Lo que no se les puede regatear es su
destreza y su olfato políticos)
Lety y
Biasi, tienen la ventaja del escenario; juega a su favor.
Ambos,
tienen la sonriente coyuntura de confrontar a un priismo, capitaneado local y
estatalmente por mariscales de campo cuyos semblantes lo único que reflejan es
cansancio, desaliento, frustración, tristeza y derrota. El dúo coexiste con una
sociedad hastiada por los hierros del tricolor y los excesos pantagruélicos de
la clase política priista.
El PRI,
aún cree en los milagros.
Lo
lamentable, es que está sentado esperando que ocurran…
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