Polvorín
José Ángel Solorio Martínez
La toma de protesta de
Carlos Morris Torre para asumir la Presidencia del Comité Municipal del PRI en
Ciudad Victoria, Tamaulipas mostró que hay niveles.
Mientras que el presidente del CDE
del tricolor, Rafael González Benavides vive en la precariedad –no tiene ni
para los salarios de sus auxiliares y no ha podido contratar un jefe de
Prensa debido a la carencia de recursos- el sobrino del gobernador se mueve en
el dispendio: por disposiciones del alcalde capitalino Alejandro Etienne Llano
se le entregarán dos millones de pesos mensuales –aparte del soporte de la
Tesorería del gobierno estatal-; se le comisionarán varios profesores y
burócratas estatales para que realicen el trabajo de base y por si fuera poco,
el jovencito conocido como el Aguacate, estrena residencia de más de dos
millones de dólares en el exclusivo fraccionamiento Privanzas.
Suertudo
el chaval.
Por
algo, es el sobrino consentido del gobernador.
Para
arropar bien al recién ungido líder, se convocó a toda la familia y a toda la
burocracia estatal. La primera asistió con gusto y felicidad; la segunda, con
más pena que gloria porque tuvieron que aplaudir a un chico que de mortífero
enemigo del PRI, ahora pasó a ser su representante más convencido.
Ahí
estuvo su abuelo, su padre, su madre, sus hermanos, sus tíos. Y por supuesto:
un contradictorio gobernador que se ha distinguido por exponer un abierto
desprecio a los priistas tamaulipecos y a su partido.
Varios
candidatos victimados por el PAN con el apoyo y la adhesión del Aguacate Morris
y Egidio Torre Cantú en la pasada elección federal, se vieron en la amarga y
humillante necesidad de asistir al empoderamiento de un sujeto de quien se
sospecha va a operar para la oposición.
Era el
único de los Torre y de los Morris, que faltaba sumar al presupuesto.
Nos
acabamos de sumar al primer mundo.
Como en
España: los tamaulipecos, tendremos que costear la conducta parasitaria de la
monarquía… política.
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