martes, 17 de diciembre de 2013

Patíbulo para cuatro

El Fogón
José Ángel Solorio Martínez
La estructura institucional tamaulipeca, cambió con la reinserción política del ex gobernador Eugenio Hernández Flores.
           El evento, dio un vuelco en la correlación de fuerzas de autoridad y mando en Tamaulipas.
           Debilitado por los golpes del cruel y despiadado Cronos, Enrique Cárdenas González; desterrado por el desprecio de buena parte de la clase política regional, Manuel Cavazos Lerma y Tomás Yarrington, pulverizado por la soberbia y sus amoríos con la moneda fácil, quedaron sobre el escenario local sólo dos factores: Egidio Torre Cantú y Eugenio Hernández.
           El retorno del ex gobernador, generó varias víctimas colaterales. Dejó en situación de vulnerabilidad al menos a tres precandidatos a la gubernatura: Baltazar Hinojosa Ochoa, Enrique Cárdenas del Avellano y a Oscar Luebbert Gutiérrez. No los liquida; sólo los sofoca.
           El ex alcalde de Matamoros, arrastra un déficit de consensos tanto con Geño, como con Egidio: confrontó a Hernández Flores a grado tal de ganar sus últimas participaciones electorales en su ciudad natal con serios índices de sufrimiento y despotricó con la decisión del PRI de regalar la gubernatura a Egidio Torre Cantú.
           El ex alcalde de Ciudad Victoria, ostenta el récord de confrontaciones con gobernadores: tiene saldos pendientes con Cavazos Lerma, Yarrington, con Geño y con Torre Cantú.
           Es acaso el más desangrado, ante la alianza estratégica que se está tejiendo entre la dupla sobreviviente –hasta hoy- de los voraces escenarios tamaulipecos.
           Luebbert con el músculo agotado, y menguado por su autoexilio en Mc Allen, Texas es el más dañado. El primer destapado –se auto promovió públicamente hace unos meses- es el primer desplazado. Distanciado con Eugenio y alejado de Torre Cantú, parece no alcanzarle para exigir boleto para la sucesión gubernamental.
           Tríada al cadalso. ¿Puede un candidato a la gubernatura de Tamaulipas, instrumentar una campaña exitosa para su causa, sin la venia de Egidio y Geño?
           En los días que corren, es difícil. Muy difícil.
           Bajo esa premisa la lista de los precandidatos priistas locales se achica, se depura. Al momento, sólo tienen aliento dos: el Secretario de la Sedesol, Homero de la Garza y el alcalde de Victoria, Alejandro Etienne.
           Y de los dos, en unos meses sólo se potenciará uno: el que gane la diputación federal del distrito con cabecera en la capital. ¿Tiene futuro ese dueto en el paisaje político regional?.. Es temprano.
           Lo que se puede asegurar hoy, es que su protagonismo en los escenarios venideros estará en apego a los resultados de la elección federal del 2015.
           Si el PRI gana la mayoría en el Congreso de la Unión –con la consecuente consolidación del Presidente Peña Nieto- se incrementaría la posibilidad de una decisión central; si el PRI pierde la mayoría del Poder legislativo, -con la obligada mengua del poder Ejecutivo- aumentaría la viabilidad de una solución local. Esta opción, reeditaría otros escenarios del pasado: Consulta a la Base para arropar de legitimidad y de potencia al ungimiento del candidato.
           La mala nueva para las fuerzas locales, es que tienen que superar un reto monumental en el 2015: ganar holgadamente la mayoría de las 9 diputaciones en juego en la entidad.
           Este resultado, otorgaría capacidad de maniobra y negociación a los factores locales con las fuerzas del centro. Independientemente de cómo le vaya a Peña Nieto con sus candidatos a diputados federales, el priismo tamaulipeco tiene la obligación de presentar un rostro triunfador en la región.               
           La noticia triste, -para el priismo de hueso colorado- es que acaban de empoderar en el PRI de Tamaulipas, a Rafael González Benavides. Sin duda: perfeccionará el trabajo del Sepulturero Cervantes Durán. Está visto: será el cuarto al patíbulo…

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