Diego, el nuevo hacendado de La Sauteña
Por: José Angel Solorio Martínez
Los diputados seguidores de Ramirito Ramos
andan en el negocio. Lejos de procurar a los ciudadanos de sus distritos, los
legisladores priistas están interesados en concretar negocios. Unos andan
detrás del Secretario de Obras Públicas para promover a sus recomendados en las
oscuras licitaciones de obras; otros, aspiran a ser proveedores de los
gobiernos municipales y estatal; y los más confían en que sus empresas y negocios
prosperen a la sombra del poder.
Hay muchos nombres.
El más voraz y desfachatado: Diego Guajardo Anzaldúa. Sintiéndose un
hacendado de horca y cuchillo, se apropió del edificio de La Sauteña mediante
un contrato leonino con corruptos representantes del Ejido Río Bravo.
Diego obtuvo un comodato de parte de los dirigentes ejidales por 30
años. En este lapso, el legislador multipartidista podrá ejercer como
propietario del inmueble que según un convenio del entonces gobernador Emilio
Martínez Manautou es propiedad de todos los riobravenses.
(Cierto que el acuerdo fue cumplido medianamente por el Ejecutivo
estatal, toda vez que el emblemático edificio no pasó totalmente a manos
públicas porque el edificio a cambio –el Mercado Ejidal- no fue erigido en su
totalidad como lo estipuló el pacto Ejido Río Bravo-Gobierno estatal).
El abarrotero Guajardo, tiene el proyecto de construir en el inmueble un
salón de eventos sociales para uso privado.
Obvio: la ciudadanía ya se inconformó.
Nadie está de acuerdo con la decisión de la camarilla ejidal que hace
dueño a Diego de un lugar que por su carga histórica debe de ser patrimonio de
todos los tamaulipecos.
Por lo pronto, Diego ya instaló su oficina de “gestoría” en parte de la
construcción de ladrillo. Y para ello, desalojó las oficinas de Cultura del
Ayuntamiento riobravense que ahí operaban.
Un problema para Ramirito y para su Jefe.
Un conflicto, que apenas empieza…
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