miércoles, 23 de noviembre de 2011

PEMEX

La Paraestatal Incómoda
Oscar Díaz Salazar.


Solo un comunicado por demás escueto, es lo que encontramos en la página de Petróleos Mexicanos, en relación a la explosión e incendio de un ducto propiedad de la paraestatal, enclavado en un lugar del municipio de “General Bravo, Nuevo León”.
          El boletín de prensa emitido por PEMEX y fechado el 14 de noviembre del 2011, refiere que ya había sido controlado el incendio del gasoducto de 36 pulgadas de diámetro, iniciado a las 10:45 hrs. de ese mismo día.
          Por la información recabada en algunos - muy pocos si consideramos la importancia de la nota - medios de comunicación que cuentan con versión internet o que existen en el ciberespacio, la explosión y el fuego se hicieron presentes en el kilometro 143 de la autopista Reynosa – Monterrey.
          En la versión de uno de los pocos medios de comunicación que se ocuparon de este suceso, la explosión del gasoducto “Los Ramones – Estación 19” le provocó lesiones graves a un automovilista que circulaba cerca de la zona siniestrada en los momentos en que ocurrió el estallamiento.
          Como ocurre en casos similares, en los que se involucra la empresa más importante del país en accidentes, muertes, escándalos, negligencias, tragedias etc., la información se oculta o se manipula para que no cuestionemos lo que hace o deja de hacer PEMEX en nuestra región.
          El enésimo incidente en una tubería de Petróleos Mexicanos me lleva a replantear y compartir con ustedes una teoría o hipótesis para un estudio a profundidad que pruebe (o desapruebe) la idea de que fue la lucha para arrancarle beneficios a PEMEX para la sociedad y las comunidades de Tabasco, lo que le permitió a Andrés Manuel López Obrador emerger como figura política de alcances nacionales.
          López Obrador era un “cuadro” con presencia regional, ni siquiera tenía ascendencia en la totalidad del estado de Tabasco, hasta el momento en que las movilizaciones, el cierre de caminos, la realización de mítines y actos simbólicos, las marchas y los plantones para exigirle a Petróleos Mexicanos que no contaminara el aire, el agua y el suelo tabasqueño, colocaron su imagen en las pantallas de televisión; su foto y sus declaraciones en las páginas de los periódicos nacionales y su voz en la radio nacional.
          La clausura, entre simbólica y efectiva, de los pozos petroleros para demandarle a PEMEX mayores contribuciones al bienestar de las comunidades en las que se extraía el petróleo, consiguieron, por un lado que se diera respuesta positiva a la petición - exigencia de los tabasqueños de ser participes y beneficiarios de la riqueza extraída del subsuelo, y por otro lado lograron catapultar al “Rayito de Esperanza” a la condición de líder político de la izquierda en todo el país y durante más de una década a la que se ha extendido su liderazgo.
          Por las conversaciones que he tenido con trabajadores petroleros, tanto de PEMEX como los que laboran en las empresas al servicio de la paraestatal, me he enterado que PEMEX beneficia más a las comunidades de Tabasco y Veracruz, comparado con las pequeñas contribuciones que realiza a la región de Reynosa.
          Mientras que en Veracruz y Tabasco Petróleos Mexicanos pavimenta caminos, electrifica comunidades enteras, sostiene escuelas y edifica hospitales, en Reynosa se limita a donar un poco de asfalto y gasolina.
          Lo cierto es que en el trato que PEMEX le brinda a los pueblos en los que tiene presencia, aplica perfectamente el dicho aquel inspirado en los lechones: el que no chilla, no mama. En Tabasco, Andrés Manuel entendió la lección y chilló, amenazó, clausuró, acusó, maldijo, señaló... y mamó
El complemento a mi idea de ver, en la lucha por arrancarle a Petróleos una tajada mayor de la riqueza que extrae del subsuelo tabasqueño, la clave del éxito de Andrés Manuel y su crecimiento y evolución política, tiene como complemento mi convicción de que existen en Reynosa condiciones similares a las que tenia Tabasco en el momento del surgimiento de AMLO como activista político de alcances nacionales.
          La mesa está puesta para que un líder levante la voz y señale la magra contribución que realiza PEMEX en beneficio de los reynosenses. Las condiciones son propicias para denunciar el daño que provocan las máquinas de PEMEX en los caminos, las brechas y los campos.
          Aunque el gas natural, producto que se extrae en esta región, a diferencia del petróleo que se produce en el sur, no deja huellas visibles en la naturaleza, lo cierto es que aquí también contaminan los petroleros.
          Pero más que seguirle por el lado de la preservación ecológica, lo que debemos plantear es que la riqueza de nuestro subsuelo debe beneficiar en primera instancia a los pueblos enclavados sobre las cuencas geológicas que se están explotando. A manera de ejemplo les puedo compartir que en Bolivia se paga una contribución, regalía o impuesto (los expertos le asignarán el nombre correcto) a los gobiernos locales, por cada unidad de volumen que se extrae de gas natural.
          Es urgente y necesario pasar de las aportaciones a capricho de los funcionarios, como las tenemos hoy en día, a la aplicación de una ley o reglamento que obligue a PEMEX a compartir con nosotros la riqueza que arranca de nuestro subsuelo.
          Aunque no veo en lo inmediato un líder con los tamaños para encabezar un movimiento similar al de López Obrador, soy un firme convencido de que los liderazgos se forman en la lucha, defendiendo causas justas. Concluyo diciendo que ahí hay una buena causa, un buen filón... esperando que surja el líder que la encabece.




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