Tangente
Por Oscar Díaz Salazar
Los que dicen que le saben a la política, los que estudian a detalle el semblante del Señor, la forma de saludar, el timbre de voz y las palabras que usa con unos y con otros, los que analizan la expresión corporal, el gesto y el tiempo invertido en zutano, los que le adivinan el pensamiento, leen la mente, advierten intenciones, olfatean querencias y desamores, y sincronizan deseos, molestias, antojos y estados de animo con el Gobernador en turno, nomás no acaban de entender lo que sucedió con el ex jefe de prensa de Eugenio Hernández Flores.
No he leído o escuchado una versión creíble que explique la razón por la que Mario Ruiz Pachuca, ex Coordinador de asesores del Geño Hernández, se encuentra mascando barrote en el penal de Ciudad Victoria.
Es posible que los enterados, y los colegas que se dedican a opinar en los medios de comunicación, no quieran saber, o no convenga a sus intereses ventilar en la prensa las razones del rompimiento que se dio – y que el encarcelamiento de Ruiz Pachuca lo prueba – entre el Ingeniero Civil Torre Cantú y su colega de profesión y hermano de alma mater, Hernández Flores.
Para no hablar de los problemas que se traen los poderosos de hoy, con los que lo fueron en el pasado, hay quienes advierten que debió ser algo muy grande lo que se comió el sujeto apodado la Princesa de Charcas.
Los analistas capitalinos no entienden el conflicto actual entre dos individuos que hasta el año pasado fueron socios en varios negocios harto lucrativos.
He podido encontrar mas disposición a hablar del asunto, como es lógico que ocurra, en la parte que se siente agraviada, entre los que hoy empiezan a remojar sus barbas, ante el espectáculo de la rasurada y manicura que le aplicaron al ex funcionario que cometió el gravísimo error de operar un conflicto con un periodista, desoyendo el consejo de nunca pelear con los trabajadores de la información, pues ocurre lo mismo que cuándo enfrentas a un zorrillo, al que, afirma el dicho, podrás matar, pero no te salvas de quedar apestado.
De los geñistas escuché la versión de que las cosas entre Torre y Hernández se descompusieron desde que el hermano del malogrado candidato, Dr. Rodolfo Torre, fue designado candidato sustituto al gobierno de Tamaulipas.
La indisposición entre el efímero candidato y gobernador electo por largo periodo, y Hernández Flores, se fue incrementando conforme menguaba el poder del que afortunadamente ya se fue, y se acrecentaba el del que aun no acaba de acomodarse, y para probar que aun no toma las riendas del poder, tenemos esa gira para conocer a los grupos políticos, que ha emprendido en las ultimas semanas.
Una anécdota nos prueba que la malquerencia es un sentimiento que describe la relación entre el actual y el ex gobernador, y que la misma data desde antes del relevo en los mandos del gobierno.
Para la ceremonia del sexto y ultimo informe de gobierno, Eugenio Hernández Flores ya estaba harto de los caprichos y desplantes del sujeto al que le dio a ganar millones de pesos, el mismo que escogió para sucederlo en el cargo, y por tal motivo dio instrucciones de separarle un lugar muy alejado de su vista, muy distante del sitio de los invitados principales, muy en desacorde con su condición de gobernador electo de Tamaulipas.
La respuesta del electo fue notificar que declinaría la invitación y no asistiría a la ceremonia en la que Hernández Flores daría su mensaje con motivo del sexto y ultimo informe, que según la tradición es el discurso de despedida del titular del Poder Ejecutivo.
La intervención de ayudantes, asesores, colaboradores y demás, fue necesaria para atemperar los ánimos e imponer la prudencia en una relación agrietada por la desconfianza, rota por las dudas y desecha por la natural lucha entre el poder menguante y el creciente, de esos que en algún tiempo fueron socios.
A sabiendas de estas historias, los geñistas se preguntan: ¿Quien sigue? ¿Que sigue?
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