Ridícula la argumentación de
Fonatur para defender un proyecto depredador
Exigen suspensión definitiva
de obras
México, D.F.-
La devastación del manglar Tajamar en
Cancún evidencia nuevamente la visión cortoplacista del gobierno mexicano que
celebra las inversiones privadas sin tomar en cuenta que las ganancias son
nulas, en comparación con lo que se gasta cada año por la pérdida de recursos
naturales, haciendo al país más vulnerable ante los impactos relacionados con
el cambio climático, señaló Greenpeace.
De acuerdo con datos del Instituto
Nacional de Geografía y Estadística, en 2014 el costo económico por daños ambientales
fue de 910 mil 906 millones de pesos, de los cuales el 83.5% corresponden a la
degradación ambiental y el 16.5% al agotamiento de recursos naturales. Esa
cantidad representa 446.5 veces más que el total de la venta de los terrenos
del manglar Tajamar por los cuales el Fondo Nacional de Fomento al Turismo
(Fonatur) recibió solo dos mil 40 millones de pesos.
“Se trata de aritmética básica. El
gobierno mexicano gasta más en prevenir o remediar la degradación ambiental que
las supuestas ganancias que obtiene de la comercialización de terrenos y que al
final, representan pérdidas para el país y sólo un beneficio económico para los
desarrolladores y las inmobiliarias”, dijo Miguel Rivas, campañista de Océanos
de la organización ambientalista.
Estudios reconocidos por la Comisión
Nacional para el Uso de la Biodiversidad (Conabio) señalan que el valor de los
servicios proveniente de los manglares es millonario. Se estima que los
manglares producen alrededor de 37 mil 500 dólares por hectárea cada año para
las pesquerías; 6 mil 700 dólares por servicios sanitarios -aunque en México
esa cifra llegaría hasta 200 mil dólares en algunas ciudades del país-;
mientras que la protección que ofrecen a las costas de las tormentas, ciclones
y tsunamis se contabiliza en alrededor de tres mil dólares por hectárea.
“La devastación de 57 hectáreas del
manglar Tajamar se cometió bajo el amparo de un marco legal obsoleto que solo
incrementó la vulnerabilidad de las costas de Cancún ante los impactos de un
fenómeno meteorológico extremo, a los cuales también están expuestos los
desarrolladores e inmobiliarias”, sentencio Rivas.
“La destrucción ambiental es un mal
negocio; es ridículo que Fonatur pretenda justificar el ecosidio en Tajamar hablando
de las supuestas ventajas económicas que tendrá el desarrollo inmobiliario y
pase por alto los costos por
externalidades que trae consigo la degradación ambiental. Tal parece que
las autoridades desconocen el valor que tiene este ecosistema”, añadió el
activista.
Greenpeace se suma a las miles de
personas que exigen la detención definitiva de las obras en la zona y la
restauración del manglar como parte de una verdadera política pública dirigida
a la conservación de los ecosistemas como tanto lo ha presumido la actual
administración a nivel global.
Desde hace una década, la
organización internacional ambientalista ha denunciado la tendencia sistemática
de los gobiernos para fomentar un modelo de turismo depredador, mediante la
venta de terrenos públicos a precios risibles o por debajo de su valor real, lo
cual favorece exclusivamente a intereses privados, en tanto que impacta
gravemente al medio ambiente y eleva los costos sociales, consecuencias que no
son absorbidas por los proyectos sino trasladadas a los contribuyentes.
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